Los primos en Bialet Massé

Hace ya, no me acuerdo cuantos años, se me ocurrió sacar a todos mis sobrinos de sus casas y llevarlos a vivir una aventura que pudieran recordar durante mucho tiempo.
Quería que vivieran situaciones desacostumbradas para ellos, que hicieran cosas que nunca hacían, que vieran lugares que no conocían, que viajaran en medios extraños, que experimentaran como un juego las limitaciones simples y las libertades grandes que se pueden sentir en un día de campo o campamento.
El viaje tenía que ser diferente, distinto a lo de todos los días. Convoqué a todos los padres para que llevaran a sus hijos a la estación de trenes un rato antes de la hora de salida, provisto cada uno de ellos de un abrigo, un cacho de carne de cualquier tipo, una hortaliza elegida al azar, queso, papas, zapallos, cebollas, acelga, embutidos, conservas, cualquier cosa con la que se pudiera hacer una vigorizante sopa con pan.
Yo mientras tanto preparé una gran olla, piolas, un repasador, algunas cucharas y cuchillos, fósforos, papeles, y numerosos artículos para curaciones de emergencia.

El numeroso contingente (al que se unieron el Cabeza Avila y la Deli Rodríguez Masjoan, prima de mis chicas), ocupó sus asientos en el tren y partimos entre gritos, cantos y un alboroto desconocido en esos viajes. Los comentarios del mismo los tendrán que hacer los viajeros aportando sus recuerdos de ese día pero puedo decir que todo se desarrolló normalmente ya que los grupos estaban organizados por especialización: el de sanidad, el de cocina, el de lavado y limpieza de elementos de comida, el de seguridad y tránsito y hasta había una responsable del guardarropas.
En medio de risas y juegos nos instalamos en una playa de Bialet Massé a la que llegamos protegidos por el grupo de seguridad y tránsito dirigido por Justito. Empezaron los juegos, las corridas, los resbalones. Todos colaboraban. La simple agua del río dentro de la olla, fue integrándose con lo que cada uno tiraba en ella, verduras, pedazos de carne, huesos, el contenido de picadillos, aceite, algo de pescado, fideos, choclos (y hasta un poco de sangre que cayó en la olla procedente de un dedo del Cabeza que se rebanó cuando seccionaba una zanahoria siendo prontamente atendido por el equipo de salud). Todo el contenido de la olla fue bien removido y mezclado con un palo que encontramos tirado en el suelo.
La olla colgaba de un árbol y el fuego pronto hizo hervir el agua. Las caras de los viajeros dejaba ver el desconcierto y la repugnancia que poco a poco los iba ganando al ver cómo se preparaba la sopa. Al no haber otra cosa para comer por fin todos se decidieron a alimentarse de ella llegando a la conclusión de que estaba riquísima.
Invito a los que fueron a ese viaje que comenten las experiencias que vivieron ese día en las fotosdel album "Bialet Massé" de la sección Imágenes. Marcelo